Nací un soleado día de primavera en Barcelona, un domingo 23 de abril. En efecto, el Día Internacional del Libro, el día en que se conmemora a tres grandes escritores: el entierro de Miguel de Cervantes, la muerte y probablemente también el nacimiento de William Shakespeare y la defunción de Inca Garcilaso de la Vega, se alinearon los astros para que yo llegara a este mundo. Pasé mi etapa escolar sin pena ni gloria y aunque no fui buen estudiante, disfrutaba escribiendo mi diario juvenil y las redacciones de las tareas escolares y mis maestros me animaban a que continuara escribiendo. La motivación para seguir escribiendo, la encontré en los viajes. Durante los mismos, nunca faltaban en mi mochila un cuaderno y unos cuántos lápices y bolígrafos, para anotar todo lo que acontecía en mis periplos. |
Mis primeros recuerdos de viaje se remontan a mi Barcelona natal, en el viejo coche de la família con mis padres y mi hermano. A la tierna edad de ocho años ya sentía la emoción del viaje viendo a mi madre preparando el equipaje y a mi padre consultando mapas de carreteras la víspera de la salida.
La emoción del madrugón para montarnos en el coche antes del amanecer, para evitar las horas de calor durante el día, en aquel diminuto Seat sin aire acondicionado. Recuerdo la sensación de mi rostro pegado a la ventanilla viendo pasar la cinta de asfalto, recorriendo carreteras de la España de los años 70.
Con 14 años empecé a salir a la montaña, en excursiones organizadas por el centro excursionista del barrio, esas excursiones fueron adquiriendo más envergadura, llevando mi afición al alpinismo y la escalada.
Cuando cumplí 18 años empecé a viajar por mi cuenta en moto, en coche, en transporte público o a pie.
Me gusta mucho viajar en solitario.
Llegar a un lugar desconocido para mí, en el que no conozco ni el idioma y tengo que buscarme la vida para moverme por el sitio, me saca de mi zona de confort y necesito experimentar esa sensación para sentirme vivo.
Desde esos viajes en el 600 de mi padre, he viajado por más de 40 países, yendo sólo o acompañado.
Siempre buscando ir más allá de los límites de mi zona de confort, he ascendido montañas en los Pirineos, los Alpes, los Andes o el Himalaya, y he realizado singladuras a vela por el Mediterráneo, y en su momento me formé como guía de montaña en la Escuela Española de Alta Montaña (EEAM) de Benasque, y como patrón de velero en la Escola Nàutica de Catalunya.
Durante años he trabajado como guía de montaña, enseñando a escalar, acompañando a gente en ascensiones en los Pirineos, y en descensos de barrancos y cañones.
De todo lo visto, oído, olido, comido y vivido, en el mar, en altas montañas o en países lejanos, intento extraer el jugo, la gasolina que me da la energía para escribir.