SAD HILL CEMETERY

Aunque soy un amante del cine, no soy fan de los Western, o como los llamábamos en mi juventud, del Oeste, o de Indios y vaqueros. Sin embargo hay algunas películas de este género cinematográfico que siempre figurarán entre mis preferidas, seguramente porque me recuerda a mi infancia y me transportan a aquellas sesiones dobles de cine, en compañía de mi padre y mi hermano Jordi, en mi Barcelona natal. 

Muchas de ellas con el paso del tiempo llegaron a engrosar las filas de lo que hoy conocemos como clásicos del séptimo arte. El binomio formado por el director Sergio Leone y el músico Ennio Morricone, amigos de la infancia, por cierto, nos ha dejado memorables films del subgénero denominado Espagueti Western. A mi entender, (espero no herir tu sensibilidad si eres un apasionado cinéfilo) destaca una: El bueno, el feo y el malo, con el título original Il buono, il brutto, il cattivo.

Los Valles Pasiegos

No sabría decirte cuantas veces he visto esta película, pero son muchas. Por eso me llamó inmediatamente la atención, cuando una conocida plataforma de contenido audiovisual que empieza por N y acaba por flix, anunció un documental titulado Desenterrando Sad Hill, el cual vi en cuanto se estrenó. Y me encantó.

El visionado del documental, que aprovecho para recomendarte, tanto si eres fan de Clint Eastwood, como de las películas del oeste, sembró en mí la semilla de la curiosidad. Los detalles de la construcción de las localizaciones de la película en 1966, la implicación de las gentes de la provincia de Burgos, donde se llevó a cabo buena parte del rodaje, los lazos y anécdotas que explican los descendientes de quienes trabajaron de una u otra forma en aquella producción y todo lo que se cuenta en ese reportaje, hizo que quisiera conocerlo en persona. Ese deseo quedó sumido en el saco de deseos que acarreo siempre conmigo.

En Contreras sale una pista hasta Sad Hill

Pero un buen día estando de ruta por Donostia, en una de esas rutas que a mí me gustan, en las que conoces el día que sales, pero no sabes hacia donde irás, ni cuando volverás a casa, de pronto afloró de nuevo ese deseo. Total, desde la capital guipuzcoana apenas me separaban 280 kilómetros, ¡nada!

Por la mañana temprano, salí de Donostia hacia Burgos, pero antes me desvié un poco para recorrer los valles Pasiegos, una zona que me encanta, y siempre que paso “más o menos” cerca, me gusta comerme en quesada en Vega de Pas.

Bajo un sol de justicia

Desde allí, tras cruzar el espectacular puerto de Las Estacas de Trueba, enfilé la rueda delantera en dirección a Burgos, concretamente a la población de Contreras.

Del centro de esta pequeña población parte una pista de tierra, practicable para cualquier vehículo, que en poco más de 3 kilómetros llega al paraje del cementerio de Sad Hill. También se puede acceder desde Santo Domingo de Silos, en cuyo caso la pista de tierra es un poco más larga, unos 5 kilómetros, pero según me han dicho, con mejores vistas ya que su recorrido es más elevado.

El camposanto ficticio

Era un día laborable del mes de septiembre a primera hora de la tarde y hacía mucho calor, seguramente por eso, tuve la fortuna de no encontrar a nadie en el sitio. Bueno, para ser exactos diré que cuando yo llegué, me crucé con una pareja que abandonaban el lugar en coche.

Al bajarme de la moto enmudecí. Ante mi vista el escenario auténtico de un mito del cine de mi juventud. Me impresionó.

Clint Eastwood me vigila

Estuve paseando a mis anchas bajo un sol de justicia y haciendo fotos a diestro y siniestro. La silueta omnipresente de Clint, las cruces del cementerio ficticio, el árbol del ahorcado, las lápidas con los nombres escritos con brocha gorda. Por unos instantes me sentí dentro de la película, aunque no estoy seguro de si yo era el bueno, el feo o el malo.