APRENDICES DE OVERLANDER

Según Wikipedia, Overlanding consiste en viajar a sitios remotos, utilizando mecanismos de transporte con capacidades todoterreno, donde la principal forma de alojamiento es la acampada, durante periodos prolongados de tiempo y abarcando inclusive lugares más allá de las fronteras internacionales. Pues bien, nada más alejado a esta definición fue lo que nos planteamos hacer tres amigos un miércoles del mes de noviembre.

Se daba la circunstancia que la restauración llevaba semanas cerrada debido a las restricciones por la pandemia, lo cual no nos impidió salir igualmente en moto a recorrer pistas y caminos de los Pirineos. Eso sí, deberíamos llevar con nosotros la vitualla necesaria para el día. En principio hablamos de llevar bocadillos preparados en casa, pero después nos vinimos arriba y decidimos que puesto que la ruta pasaba por un refugio de montaña con barbacoa, nos daríamos un festín de carne a la brasa. Con esta premisa nos encontramos en una gasolinera fuera del área metropolitana de Barcelona, en la que llenamos los depósitos de gasolina de la BMW R9T Scrambler de Pigio, la Triumph Scrambler 1200 de Juan y mi BMW F850GS, y arrancamos juntos hacia las montañas del norte. En poco más de una hora llegamos a Ribes de Freser.

En esta pequeña y atractiva población, al pie de la atractiva carretera frecuentada por multitud de moteros de la Collada de Toses, nos detuvimos para hacer unas compras: agua, pan, un poco de embutido y unos impresionantes entrecotes de ternera de raza Bruna dels Pirineus. Acomodamos la comida comprada en los zurrones de las motos y un momento antes de arrancar de nuevo, pensé que si nuestra intención era encender fuego para cocinar, sería una buena idea llevar con nosotros papel de periódico. No encontramos donde comprar diario alguno y se me ocurrió rebuscar en alguna papelera. Nos tuvimos que conformar con cuatro carteles de papel tirados en la basura y los cargamos también en la moto.

Salimos de Ribes de Freser en dirección a Pardines, pero antes de llegar tomamos un desvío hacia la izquierda, con la intención de recorrer la pista forestal que une Pardines con Tregurà, por el Coll de l’Erola y el Camí de Fontlletera, con la intención de parar a comer en el refugio libre Claus, prácticamente a mitad de camino. Pero se quedó en eso, en la intención. La pista estaba cerrada por obras.

Pista cerrada.

Tuvimos que buscar una alternativa, desandamos el camino y volvimos a bajar a Ribes de Freser, de allí fuimos a Queralbs a buscar la pista que en un recorrido de 11 kilómetros, se eleva por encima de los 2000 metros de altitud hasta el Collado de Fontalba.

El Collado de Fontalba.

Las vistas en la subida por una pista forestal ancha con algún tramo ligeramente roto, fue a ritmo alegre, a ratos iba uno delante, a ratos iba otro, disfrutando del paisaje de alta montaña. En Fontalba nos detuvimos un buen rato admirando el fantástico panorama del Pirineo Oriental.

Impresionantes vistas.

Estando en ese bucólico paraje, recordé que conozco otro lugar en el que también hay un refugio libre con posibilidad de hacer barbacoa, les propuse a mis compañeros acercarnos hasta allí y por supuesto aceptaron.

Refugio de Pla de Prats.

De nuevo bajamos a Ribes de Freser, punto de partida de casi todas las rutas montañeras de la zona, desde allí encaramos otro pequeño valle y subimos hasta Campelles, donde empieza la pista jalonada de abetos que sube al refugio de Pla de Prats. Cuando llegamos al refugio estábamos eufóricos ante la inminente fiesta carnívora que se nos presentaba.

Juan y Pigio intentando prender fuego.

Aparcamos las motos a un lado del camino y dejamos cascos y chaquetas sobre una de las mesas de picnic que hay en la parte exterior del refugio. Acto seguido, con la ilusión dibujada en nuestros rostros, tomamos una sartén que traíamos de casa, junto con los entrecots y fuimos a inspeccionar las barbacoas dispuestas a un lado del pequeño edificio. En las parrillas quedaban restos de carbón de usos anteriores, y a su lado había leña suficiente, así que pusimos tronquitos pequeños y los carteles que cogí en la basura en Ribes, sacamos un mechero y le prendimos fuego, esperando que se hiciera la magia. Pero la magia no llegó. Una y otra vez se apagaba, una y otra vez lo prendíamos. La leña al aire libre estaba húmeda y no había manera. Se encendía produciendo una mínima llama, para minutos después apagarse de nuevo. Así estuvimos un rato, hasta que viendo que nuestra técnica de supervivencia de overlander no daba los resultados esperados, alguien sugirió que había traído un bote de judías.

Ni las judías pudimos calentar.

Con toda la frustración del mundo no nos quedó otra que resignarnos, ya que ni siquiera fuimos capaces de calentar las judías. Repartimos las judías, el pan y un poco de embutido y esa fue nuestra comida campestre. La tarde caía y el frío se iba haciendo presente. Por suerte alguien trajo de casa un termo con café caliente, ese fue el remate a tan exótica comida.

Judías de bote frías y un poco de fuet fue nuestro menú.

Entre risas recogimos los bártulos y empezamos la vuelta a casa, eso sí, buscando el camino con más curvas y más largo posible. Creo que es la vez que he vuelto a casa con más comida de la que salí: un magnífico entrecot de ternera Bruna dels Pirienus. Debo añadir que el entrecot cocinado sobre una encimera eléctrica no sabe igual que sobre brasas de carbón, pero es mucho más seguro para un aprendiz de overlander.

Toca volver a casa, por el camino más largo.

¡NECESITO CONTENIDO YA!

Acto primero

Sala de reuniones con una gran mesa rectangular rodeada por seis sillas, en el centro de la misma un teléfono con dispositivo de manos libres, un portalápices con cinco bolígrafos y unos cuantos folios en blanco.

Entra la responsable de Redes Sociales claramente contrariada.

            –¡Necesito contenido ya! Estamos a menos de un mes para iniciar la campaña en Instagram y Facebook y no tengo nada. Necesito ilustraciones, fotos, vídeos, ¡algo!

A menudo los creativos de las empresas son un poco exagerados, quizás para dar más valor a su trabajo del que solemos darle el resto de mortales.

No es el caso de Amina. Desde que se la contrató para llevar la gestión de las RRSS de nuestra nueva empresa, ha dado muestras de ser una gran profesional, con mucha experiencia y las ideas muy claras. Además tiene razón, vamos con el tiempo justo para lanzar la primera publicación. Mi socio Pigio y yo nos miramos.

            –¿Qué hacemos Pigio? El diseñador que nos hace las ilustraciones no tendrá las primeras pruebas hasta dentro de quince días.

            –Tenemos el presupuesto del fotógrafo, sólo es cuestión de aprobarlo y hablar con él para ver su disponibilidad –propone Pigio.

Acto segundo

Un despacho con una mesa de oficina y una silla de dirección, en la mesa una pantalla de ordenador con su teclado, cuatro carpetas de expedientes y un teléfono móvil en posición de manos libres. Pigio sentado a un lado de la mesa y yo sentado enfrente suyo. Manteniendo una conversación telefónica a tres con Juan, el fotógrafo.

            –Podemos hacer un photoshooting de dos o tres sesiones, con distintas motos y pilotos, así tendré una buena base para editar –nos explica Juan –de esta manera tendríais contenido para dos meses de stories y posts de Instagram.

            –No sé de donde podemos sacar los pilotos, ni tenemos tiempo para organizar dos o tres sesiones. Nos urge mucho Juan –exclamo yo.

            –Se me ocurre una cosa –interviene Pigio, –podríamos organizarlo para hacerlo en fin de semana, así serían dos sesiones seguidas.

            –¿Y los pilotos? ¿Y las motos? –pregunto.

            –Tú y yo con nuestras motos. Son suficientemente distintas como para llegar a distintos públicos.

            –Os propongo ir a Los Monegros –dice el fotógrafo, –conozco el territorio y ofrece mucha variedad de paisajes y buenas localizaciones.

Lo que en principio parecía una idea descabellada empieza a tomar forma. Contactamos con otro piloto dispuesto a participar en la sesión de fotos y cuadramos agendas con él y con el fotógrafo. Estamos en época de pandemia y toda previsión es poca, así que además de someternos a sendas pruebas de detección del Covid-19, tramitamos las autorizaciones necesarias para realizar actividad empresarial en otra comunidad autónoma.Tras un intercambio de multitud de correos electrónicos, trazamos un plan para realizar el photoshooting el próximo fin de semana.

Observando el trabajo del fotógrafo

Acto tercero

Gasolinera del área de servicio del Bruc, en la autovía A2, primera hora de la tarde del viernes. Apenas un turismo repostando gasolina y cuatro camioneros comiendo el menú del día en la cafetería, en un lugar que normalmente, sin pandemia de por medio, estaría atestados de viajeros y transportistas. Un café mientras van llegando los miembros de la comisión fotográfica.

La comitiva está formada por Genís y su BMW R Nine T Urban, como piloto/modelo invitado; Juan con su Triumph 1200 Scrambler, como fotógrafo; Pigio con su BMW R Nine T y yo con mi BMW F 850 GS, como promotores del photoshoting.Un breve briefing para definir la ruta hasta nuestro alojamiento y partimos, ligeros de equipaje, rumbo a la comarca de los Monegros, en la comunidad de Aragón.

Genís, piloto y modelo con su BMW R Nine T Urban GS
Pigio con su BMW R Nine T Scrambler
Juan el fotógrafo, con su Trtiumph 1200 Scrambler

Acto cuarto

Un campo de alfalfa junto a una solitaria vía vecinal que cruza una carretera secundaria de Huesca. Primera hora de la mañana del sábado, las motos aparcadas en el exiguo arcén, Juan dando diversas instrucciones y moviéndose para buscar el encuadre óptimo.

–Pasa más cerca de la cámara…

–Sube la moto encima del montículo…

–Ves hasta la curva y vuelve haciendo un wheelie…

Cambio de emplazamiento.

Una pista de tierra en ligera pendiente con restos de barro de las últimas lluvias en los Monegros. Más instrucciones del fotógrafo.

–Cruza este charco…

–Frena derrapando delante de mí…

–Haz patinar la rueda levantando polvo…

Cambio de emplazamiento.

Ruinas de Belchite. Los restos de un campanario acribillado a balazos en una cruenta batalla durante la guerra civil. Juan sigue dando instrucciones.

            –Poneros en fila uno detrás de otro…

–Mira al horizonte con la mirada perdida…

            –Poneros de lado uno junto a otro…

A pesar de la tardía hora de la tarde, el fotógrafo se empeña en aprovechar la magnífica luz vespertina y la sesión se alarga un poco más. Después de 118 kilómetros off road, volvemos a la carretera para regresar a nuestro alojamiento. Llegamos al hotel tarde, avanzada la noche.

Epílogo

Bajo un puente de la autovía A2 para resguardarnos de la lluvia, cubriéndonos apresuradamente con el equipo impermeable antes de quedar totalmente empapados. Mediodía del domingo. Nuestra intención es ir hacia el Pirineo para cambiar de paisaje y hacer tomas dinámicas en puertos de montaña. El día lluvioso y gris no nos da tregua y tras diversas paradas en varios puertos de montaña, desistimos de conseguir buenas fotos. Nos tenemos que conformar con las obtenidas durante la jornada de ayer. Aunque no somos pilotos profesionales, lo hicimos con la dignidad suficientemente para que salgan buenas instantáneas. El fotógrafo está satisfecho. Llegamos a casa el domingo por la tarde con 360 fotografías, 2 horas de grabación de vídeo y 885 kilómetros en la mochila. Ahora son los creativos quienes deberan desarrollar todo el material gráfico conseguido.

¡Tenemos contenido!

El resultado nos deja satisfechos. ¡Tenemos contenido!